Una playa en el desierto

Me decían unos amigos míos que no merecía la pena alojarse en un hotel al lado de la playa en Dubai porque no se podía ni pisar la arena de lo caliente que estaba.

Qué equivocados estaban.

Nos alojamos en The Westin Dubai Mina Seyahi Beach Resort & Marina, nombre que como todo lo demás en este país, cuanto más grande, más largo o más caro, mejor.

Estas eran las vistas que teníamos desde el balcón de la habitación:

Los edificios que se ven al fondo están construidos en una de las dos palmeras que hay en Dubai. Ésta en concreto es la más conocida porque tiene entre además de zonas residenciales el famosísimo y carísimo hotel Atlantis the Palm. Si hacéis click en el link podréis ver un video estupendo del hotel.

Fotografía obtenida en Google Maps

La flecha roja indica la situación del hotel, el nuestro.

Además de varias piscinas y demás tenía 500m de playa privada para los clientes del hotel, pero la verdad es que casi nadie se bañaba en el mar...

Las piscinas tenían hasta zonas a la sombra, para protegerse del sol justiciero que hacía durante esos días, y el agua estaba bastante fresca.

Después de un baño en la piscina lo mejor era tumbarse en una de estas a leer el periódico:

Ese día, en el periódico Gulf News, el periódico del Jeque, pude leer la información del accidente de tren en Galicia, que nos coincidió en pleno vuelo de Madrid a Dubai.

Y después a dar una vuelta por la playa:

Como véis en la imagen, sí que hay gente caminando por la arena. Estaba caliente, pero era perfectamente soportable. Eran mucho peor los caminos que había de un sitio a otro (como los de la tercera foto), que esos estaban incandescentes. Incluso el césped tenía zonas sobre las que era imposible caminar descalzo.

Pues bien, yo quería probar el agua del mar. Meto un pié en el agua y... 35ºC. Casi nada, era un jacuzzy, pero sin las burbujas. Me metí hasta que cubría un metro y medio o así e igual. Tan caliente por arriba como por abajo. Era como nadar en una bañera gigante. Además el agua estaba saladísima, por lo que se flotaba casi sin querer. Una maravilla.

 Señores, yo aquí me quedo, en mi bañera gigante, aunque sea solo.