La isla, con una población de unos 23000 habitantes es famosa por dos motivos muy diferentes. El primero es por ser lugar de refugio de Cheung Po Tsai (張保仔), famoso pirata del siglo XIX, y el segundo (y aún más impactante) por ser uno de los lugares preferidos del país para suicidarse. Sí, habéis leído bien. Desde el año 2000 hubo un aumento considerable de los suicidios en esta zona, principalmente en apartamentos de vacaciones situados cerca de una de las playas, en las que se quemaban carbón hasta producir la asfixia del "usuario". Enseguida la prensa le puso el nombre de la "Isla de la muerte". con sus correspondientes leyendas de apariciones y demás. Incluso se propuso (evidentemente sin éxito) la idea de hacer un parque de atracciones basado en estos sucesos. En fin...
Pues allí nos fuimos, a ver si encontrábamos el tesoro de Cheung Po Tsai, no a quemar carbón... aprovechando los 25 grados y el Sol que nos acompañaban esta mañana. La manera de llegar es muy sencilla, puedes ir 10 Km a nado o bien coger un ferry que tarda unos 25 minutos. No tenía yo hoy ganas de nadar entre tiburones, por lo que la opción del ferry fue la escogida:
Al llegar ya me llevé la primera sorpresa. La isla, a pesar de ser pequeña era mucho más grande de lo que yo esperaba, y había muchísima más gente de la que yo esperaba (posiblemente porque era domingo). Además, debido a las callejuelas estrechas que hay en ella, no circulan coches, sino bicicletas y unos vehículos especialmente estrechos que tienen la policía y los bomberos. Bueno, lo de los bomberos era un Cuad (¿?).
Nada más llegar, y como viene siendo costumbre en mis visitas, nos fuimos a comer, cómo no... Y al igual que nos había pasado hace quince días en la isla de Tai O, nada más sentarnos nos pusieron una jarra de te y un pequeño balde para lavar los vasos, cucharas y cuencos en los que íbamos a comer:
La comida muy buena, calamares fritos, cerdo, arroz y algo de verde para acompañar, y las raciones, como se ve en la foto, eran abundantes. Aquí sale Anthea, ya palillos en mano...
Ya después de comer como se debe, nos fuimos a dar una vuelta por la isla, pasando por aquí:
Un cartel que prohíbe tender ropa, con ropa tendida a escasos centímetros... (¿?)
Uno de los cuatro templos dedicados a Tin Hau (Dios del mar)
Las famosas casas donde se quemaba el carbón
La playa
Pescado secando al lado del puerto
Un puesto en el que la señora lo vendía y reñía a los clientes por no acabar de decidirse (¿?)
El puerto
Las famosas (y típicas de la isla) bolas de pescado gigantes fritas
La también típica fruta natural congelada
El helipuerto (vaya foto, eh?)
El camino a la jungla
Otro de los cuatro templos de Tin Hau (éste en plena jungla)
Y un señor que iba por la calle con una muleta repartiendo muletazos a todo lo que veía. Qué pena que no tenga documento gráfico que lo demuestre...
Qué mezcla de cosas...
Así que visto todo esto, no nos quedaba nada más por hacer. Vuelta a la gran ciudad...
Éxito total, una vez más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario