Ese mismo día por la tarde, después de comer en un restaurante cercano al Triángulo, nos subimos a la furgoneta de camino a la que para mí iba a ser el highlight del día: la aldea de las mujeres jirafa.
Estas mujeres pertenecen a la etnia Kayan Lahwi, originaria del Tíbet y Myanmar, y se caracterizan por llevar puestos unos collares de cobre que les 'alargan' el cuello hasta unas dimensiones increíbles.
Durante los años 80 y 90, y debido a problemas con el régimen militar de Burma (país ahora conocido como Myanmar), muchas de ellas se vieron obligadas a cruzar la frontera con Tailandia y refugiarse en este país. Se establecieron en varias aldeas en la provincia de Mae Hong So, donde sobreviven desde entonces gracias al turismo. Estas mujeres no pueden trabajar legalmente en el país, ya que el gobierno de Tailandia no les puede conceder la ciudadanía, pero lo que sí les permite es vivir en estas aldeas indefinidamente.
Pues bien, aquí estamos:
A los pocos metros de la entrada , y después de pasar al lado de estas cabañas elevadas (típicas tailandesas) llegamos aquí:
Aquí era donde las mujeres tenían sus puestos de venta, justo delante de las cabañas donde residen. Pasan la mayor parte del día tejiendo y esperando a que llegue el siguiente grupo de turistas a visitarlas. Ahora que lo pienso, si no pueden ni abandonar la aldea, ni trabajar fuera ni nada, seguro que agradecen estas visitas...
En estas dos fotos superiores podéis ver los aros que le rodean el cuello, así como otros en las muñecas y justo debajo de las rodillas.
Bien, ahora es el momento de que desmonte un par de bulos que estoy cansado de leer:
1- El llevar estos aros puestos durante años hace que se les alargue el cuello: MENTIRA.
Al contrario que el lóbulo de la oreja, o el labio inferior, que sí que se estira en otras tribus (bueno, las dilataciones en la oreja en las 'tribus' nuestras también las podemos ver) el cuello no se alarga por más aros que pongas. Según nos informó el guía (cómo no!!!) y luego pude comprobar personalmente, estos collares que llevan llegan a pesar unos 5'5 Kg. Sí, debe de ser una tortura, y los empiezan a llevar desde los 5 años de edad (eso sí, no tan pesados al principio). Este peso durante tanto tiempo llega a deformar los huesos de la clavícula y a comprimir la caja torácica, de manera que parece que el cuello es más largo.
2- Si se quitasen el collar se desnucarían inmediatamente debido al peso de la cabeza y a la debilidad de los músculos del cuello: MENTIRA.
De hecho según se va deformando la clavícula cambian el collar con frecuencia, para añadir más aros.
En cuanto vi todo esto se me empezaron a ocurrir preguntas, para las que el guía tenía ya la respuesta (y la foto!) preparadas.
- Y cómo se duchan? Se quitan el collar?
Pues no, se duchan así:
- Y para dormir? No les molesta?
Pues parece ser que no...
En otra parte de la aldea nos encontramos a una de las niñas de la aldea, que por cierto hablaba algo de Inglés. Aquí sale con Anthea haciendo un gesto con la mano que a día de hoy no sabemos lo que significa:
Y justo ya al final, cuando nos íbamos, me encontré con otra de las mujeres más veteranas, y esta tenía un tipo de guitarra de cuatro cuerdas al lado. Filón de oro, pensé.
El tipo de guitarra y demás todavía lo tengo pendiente de investigación, y debido a la obvia barrera linguística me fue imposible preguntarle. El guía no sabía nada (cómo!?!?) Lo sacas de los 4 templos y demás y se pierden... En fin...
Le hice unas señas para ver si me podía enseñar cómo sonaba, a lo que accedió gustosamente, además con una pequeña canción en 'vaya Vd. a saber' qué dialecto. Aquí está el vídeo que pude grabar:
Este tipo de música, de un solo acorde repetido hasta la saciedad, unido al tipo de voz que tenía la señora me recordaba mucho al Khoomii, estilo de canto de harmónicos de garganta de Mongolia. Iba a preguntarle al guía si había alguna relación entre este tipo de canto y la procedencia de la tribu, pero imaginándome la cara que iba a poner al intentar contestarme decidí quedarme con esta reflexión para mí mismo. Y creo que hice lo correcto.
Después de esto no me quedaba otra que comprarle algo. Este fue uno de los souvenirs que adquirimos, sin duda un buen recuerdo de este momento:
Después de visitar esta aldea nos quedaba casi todo el camino de regreso hasta Chiang Mai, esta vez ya (menos mal!!) con el guía en modo 'off'. Fue un día muy intenso, pero que mereció mucho la pena. Vaya 1 de enero, señores.
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