Ten Thousand Buddhas Monastery

El monasterio de los 10000 Buddhas se encuentra en Sha Tin, en los Nuevos Territorios. La verdad es que ni es un monasterio (no viven monjes en él), sino un templo budista, y no tiene 10000 buddhas, sino más de 12000. Lo que sí es es budista, ahí les doy la razón. 

Fue fundado en 1951 por el Venerable Yuet Kai (月溪法師) quien pasó ocho años de su vida construyendo el templo con sus discípulos y otros diez haciendo las estatuas de los buddhas. Debido a semejante hazaña, su cuerpo se encuentra momificado en una urna en el hall del templo, siendo una de sus principales atracciones turísticas.


El templo está situado en la ladera de una montaña, separada por más de 400 escalones de Pai Tau Village (排頭村), situada en la parte baja de la misma. Después de haber llenado allí el estómago como se debía, nos dirigimos hacia la entrada a los escalones:

 Los escalones en sí están vigilados por Buddhas a ambos lados, todos ellos diferentes:

Casto conocía a uno, que se alegró bastante de verle, como muestra la imagen:

Otros, sin embargo, se asustaron al verle (normal...):

Yo hice un alto en el camino para comentar la jugada con otro par de ellos, que me indicaron que ya quedaba poco para llegar al templo:

Y finalmente llegamos a la parte alta:

 

Debido a la falta de preparación de la visita por parte de Diego, máximo responsable de la misma, solo puedo decir que todo lo que había al lado de la entrada del tempo era "raro", no encuentro otra palabra para describirlo. Había un Buddha con un brazo kilométrico, otro con brazos saliendo de los ojos, estatuas variadas, quemadores de incienso, etc, etc... (¿?)

 

 

Y lo que me sorprendió es que la mayoría de lo que había allí había sido pintado a mano!!:

Animados por un engañoso cartel, decidimos subir hasta la parte alta de la pagoda. Aquí mis tres acompañantes a la entrada de la misma:

Y aquí el cartel (debajo del Buddha en rojo):

La decepción al llegar arriba fue mayúscula, era mentira todo. Prefiero no poner la foto del momento porque puede herir sensibilidades y sé que tengo lectores menores de edad.


Después de recuperarnos del palo entramos en el templo en sí, el cual tenía miles de pequeños Buddhas por las paredes:

Visita obligada para cualquiera que venga a Hong Kong, pero acordaros de que no hay restaurante en la pagoda, no piquéis como principiantes como hicimos nosotros. Avisados quedáis...


Venga, ta luego: